El placer de beber una copa de vino

Actualidad

Disfrutar del vino y beberlo de forma moderada es un placer y repercute positivamente en nuestra salud. Científicos de todo el mundo coinciden en señalar que tomar una copa de vino tinto cada día ayuda a proteger el corazón, a reducir el colesterol «malo» y prevenir la formación de coágulos de sangre, entre otras propiedades. El vino aporta minerales como: litio (equilibrando el sistema nervioso), magnesio (reduce el estrés), zinc (mejora las defensas inmunitarias), potasio y calcio (equilibrio iónico y eléctrico).

Retrasa el envejecimiento

Según la Escuela Médica de Harvard, el resveratrol, compuesto que se encuentra en la piel de las uvas tintas, retrasa el envejecimiento, siempre con un consumo moderado.  Parece que así lo demuestra la longevidad de los habitantes de las zonas con alto consumo de vino tinto, como el suroeste de Francia o Cerdeña.

Bueno para reducir el colesterol

El vino tinto es un tesoro natural rico en polifenoles, siendo uno de ellos el citado resveratrol, sustancia química rica en antioxidantes que nos ayuda a cuidar nuestros vasos sanguíneos, ya que evita la formación de coágulos y la reducción del llamado colesterol malo.

Reduce el riesgo cardiaco

 Además de los polifenoles, el vino tinto es rico en vitamina E que ayuda a limpiar nuestra sangre y los vasos sanguíneos, protegiendo nuestra salud cardiovascular.

Un estudio de la Universidad de Harvard (EEUU.) determinó que aquellas personas que consumen vino en dosis moderadas tienen un 30% menos de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco.

Combate las infecciones urinarias

Gracias a sus propiedades antioxidantes y astringentes, logra evitar que las bacterias se adhieran a nuestra vejiga o riñones y optimiza además, el filtrado y depuración de estos órganos.

Fortalece los huesos

Un estudio de la Universidad de Tufts en Boston (EE.UU.) con más de 2.400 participantes, demostró que las mujeres que beben vino tienen menos posibilidades de perder masa ósea que las mujeres que no beben, debido al efecto positivo sobre la densidad mineral ósea, tanto en el caso del vino como de la cerveza.

Antibacteriano

Tanto el vino tinto como el vino blanco tienen propiedades antibacterianas. Así lo demostró el estudio llevado a cabo por el experto Martin E. Weisse de la West Virginia University (EE.UU.), que muestra que el vino tiene la capacidad de reducir las bacterias de los alimentos, protegiendo así al cuerpo humano.

Aumenta nuestras endorfinas

Según estudio llevado a cabo en la Universidad de California, al disfrutar de ese vino rico y sano, liberamos endorfinas en nuestro organismo, relajándonos y disfrutando más del momento.

Intensifica los sabores

Gracias a sus propiedades astringentes, el sabor de las comidas se percibe de modo más intenso tras beber vino tinto. Reduce el sabor de las grasas y nos da una sensación gratificante al limpiar nuestra boca.

¿Un poco de historia sobre los orígenes del vino?

Existen indicios de que el cultivo de la vid y la elaboración de bebidas a partir de las uvas (en forma de zumos con añadido de azúcares) ya se realizaban en torno a los años 6.000 y 5.000 a.C. Pero es en la Edad de Bronce (3.000 a.C.) cuando se estima que se produjo el verdadero nacimiento del vino. Los arqueólogos han encontrado indicios que fijan el origen de la primera cosecha de vino en Súmer, en tierras del Próximo Oriente, en la antigua Mesopotamia. Y desde allí llegó a Egipto, donde competiría con la cerveza que se elaboraba en el Antiguo Egipto (3.000 a.C.).

El vino se convirtió en símbolo del estatus social y era empleado en ritos religiosos y festividades paganas. Los faraones eran enterrados con vasijas de barro que contenían vino y en las pirámides se han hallado grabados que simbolizan el cultivo de la vid, la recolección, elaboración y disfrute del vino en fiestas y actos religiosos.

Ya en esta época, el vino se guardaba en las ánforas durante varios años, teniendo más valor el vino viejo que el nuevo. Los alfareros grababan en las ánforas destinadas a la guarda del vino quién había cultivado las uvas, la fecha de elaboración y la calidad del mosto (podría decirse que se trataba de la antesala de la moderna etiqueta).

Durante la época del Imperior romano, se comienza a experimentar con los injertos de vides. Plinio el Viejo, en su obra “ Naturalis Historiae ”, dedica un libro entero a describir las diferentes variedades de uva existentes en la época, y deja testimonio de que ya se elaboraban más de medio centenar de vinos distintos. También comienzan a utilizarse cubas de madera para transportar el vino, según se recoge en las crónicas de Julio César sobre la Guerra de las Galias.

Los romanos celebraban cada año la fiesta de la vendimia. El primer mosto era mezclado con miel (obtenían lo que se conocía como mulsum , una apreciada bebida que se servía al comienzo de los banquetes), y el resto se almacenaba para que fermentara en grandes tinajas de barro. Aparece entonces la figura del vinatero (antecesor del bodeguero moderno), quien añadía al vino sustancias para blanquearlos (los vinos blancos eran los más valorados por los romanos, de forma que se clarificaban), realizaba maceraciones con hierbas para proporcionarles aromas o guardaba parte de la cosecha en ánforas durante 15 o 25 años para que el vino madurase (lo que era muy apreciado por los patricios romanos).

Símbolo de riqueza, poder y lujo, el vino blanco se servía en copas de cristal en las casas de los nobles, mientras que el vino tinto se servía en las tabernas populares (como así han confirmado excavaciones realizadas en ciudades como Pompeya).

FUENTE:

Vino Selección. El placer del vino

Vinos y Cavas on line.

La Rioja.com

 

IMÁGENES

kelsey-knight-udj2tD3WKsY-unsplash VARIAS COPAS DE VINO

terry-vlisidis-0dhIwRsPV74-unsplash COPA Y VINO CAYENDO

the-lopes-photography-aXFzhbkUrs4-unsplash MESA CON VINO

 

Leave a Comment