El champagne es un maravilloso vino espumoso elaborado en la región de Champaña, Francia, que tuvo su origen en un monasterio y cuya elaboración se atribuye a un benedictino ciego llamado Dom Pierre Pérignon.
Cuenta la leyenda que este caldo fue descubierto por casualidad, Dom Pérignon no pretendía conseguir un vino espumoso, sino un vino blanco a partir de uvas tintas. El monje quitaba la piel de la uva (responsable del color), y mezclaba diferentes vinos de diferentes viñedos de la región.
Dom Pérignon elaboró un gran vino blanco a partir de uvas tintas, pero con frecuencia surgían burbujas en las botellas de su vino. Intentó por todos los medios evitar las burbujas, pero los consumidores ingleses, a quiénes enviaba el vino blanco, preferían la versión “mala”, así que decidió perfeccionarlo, con burbujas incluidas.
Por otra parte, se enfrentó a otro problema: le estallaban muchas botellas en las bodegas. Esto se debía al gas producido durante la segunda fermentación del vino, y se producía una «reacción en cadena», cuando explotaba una, explotaban muchas otras. Dom Pérignon, que no sabía por qué ocurría esto, denominó al champagne como «el vino loco».
Más tarde empezó a utilizar botellas de cristal más gruesas y tapones de corcho, así dejaron de romperse y logró un gran éxito. Dom Pérignon murió en 1715, y en 1794, la casa Moët et Chandon compró los viñedos de la abadía para quedarse con ese trocito de la Historia del vino.
¿Te apetece ahora una copa de champagne? Te sugerimos que la tomes con:
- Quesos: Blandos o semiduros, son los preferidos para acompañar las burbujas, como el Brie, Gouda o Gruyere.
- Pescados: Elige los que tienen un sabor suave como la lubina, el lenguado, o la corvina.
- Bombones y las fresas:El champagne intensifica su sabor, ¡pruébalo!
Fuentes: pontilliwines, vinetur.com, drinks&co
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