«Veo mi vida en perspectiva con gran alegría. Creo que ha sido una vida exitosa. Siempre hice lo que quise y nunca me importó lo que los demás pensaran. ¿Liberación de la mujer? Yo era una mujer liberada antes de que hubiera un nombre para eso.» Poco antes de morir, Peggy Guggenheim, la gran mecenas de arte contemporáneo, escribió estas palabras que describen perfectamente su arrolladora personalidad. Los límites entre su vida profesional y su vida personal se difuminan, se funden y confunden, porque vivió por y para el arte, hasta el final de sus días.
Marguerite Guggenheim (1898-1979) vino al mundo en Nueva York, formando parte de dos familias judías que emigraron de Europa a mediados del siglo XIX. Los Seligman y los Guggenheim, quienes amasaron una enorme fortuna en Estados Unidos. El padre de Peggy murió repentinamente en el Titanic, en 1912 y ella heredó una considerable fortuna, que se incrementó después con la herencia de su madre. La gran mecenas no tuvo formación universitaria, lo que quizá le supuso un complejo de inferioridad intelectual, que trató de subsanar rodeándose de artistas e intelectuales, pues siempre estuvo ávida de conocimiento.
Su interés por el arte moderno comenzó a desarrollarse a finales de 1930 en Inglaterra, donde se trasladó tras divorciarse de su primer marido, el artista Laurence Vail. Allí, Peggy abrió su primera galería de arte moderno “Guggenheim Jeune” que inauguró en 1938 con exposiciones de Jean Cocteau, Vassily Kandinsky, Yves Tanguy… Pero apenas transcurrido un año, decidió cerrarla para abrir un museo de arte moderno, porque “era preferible gastarse mucho más en hacer algo que mereciera la pena». Para ello, Peggy se rodeó de asesores expertos como Herbert Read y de Marcel Duchamp.
VASILY KANDINSKY «Hacia arriba» 1929
El proyecto del museo no prosperó debido al comienzo de la segunda guerra mundial, y la mecenas decidió trasladarse a París con el objetivo de adquirir todas las obras posibles de los artistas que residían allí: Max Ernst, Brancusi, Giacometti, Léger, Balla, Mondrian… Ante el imparable avance de las tropas alemanas en Francia, Peggy pidió al Louvre que escondieran su colección en el museo, pero su petición fue rechazada ya que consideraron que “no tenía suficiente valor”. Por ello, tuvo que trasladarla primero a un granero cerca de Vichy, y posteriormente enviarla en barco a Nueva York, donde regresaría en 1941 con Max Ernst, con quien se casaría en diciembre de ese año, además de ayudar a otros artistas y familiares a salir de París.
JACKSON POLLOCK «La mujer Luna» 1942
En 1942 inauguró la galería museo Art of this Century, con un diseño espectacular de Frederick Kiesler, donde expuso su colección de arte y dedicó una sala a exposiciones temporales, con obras de jóvenes y entonces desconocidos artistas estadounidenses como Jackson Pollock, Robert Motherwell, y Mark Rothko, entre otros. Una vez concluida la guerra en Europa, Peggy se trasladó a París en 1946, y tras visitar Venecia, decidió establecerse allí y escoger el palacio Venier dei Leoni para exponer su colección, creando así el Museo Guggenheim de Venecia, que hoy en día puedes visitar.
MARK ROTHKO. Sin títujo (rojo). 1968
VISITA: WWW.GUGGENHEIM-VENICE.IT
Fuentes:
Información e Imágenes: Museos Guggenheim
Información: El Español.com
Información: El País.com